La enseñanza a distancia beneficia especialmente a las familias con recursos para acceder a los medios tecnológicos y a los alumnos con capacidades verbales suficientes para regular su comportamiento a través del lenguaje. Es decir, la enseñanza a distancia favorece a aquellas personas con mejor formación de base.
Cuando se dan estas condiciones, es posible utilizar la tecnología para enseñar habilidades nuevas o continuar con el programa académico.
Las prioridades cambian cuando los alumnos no han aprendido aún habilidades verbales que les permitan desenvolverse de manera independiente durante el desarrollo de la clase a distancia. En este caso, los alumnos necesitan la ayuda física frecuente de otras personas para satisfacer sus necesidades. Así, los profesionales suelen recomendar a las familias que ocupen un papel protagonista en la enseñanza.
Sin embargo, no parece apropiado responsabilizar a las familias de tareas que requieren un nivel de experiencia, conocimientos y dedicación de los que probablemente no dispongan en estas circunstancias.
Además, el medio tecnológico limita los recursos que los profesionales pueden poner a disposición de las familias: el apoyo por parte de los profesionales suele reducirse a dar instrucciones o pautas.
Desde el inicio del confinamiento y mientras dure este periodo excepcional, en Habla Educación apostamos por adaptar la enseñanza a la nueva realidad diseñando currículos que atienden a las necesidades de nuestros alumnos y sus familias en las circunstancias actuales.
Buscamos soluciones individuales para continuar con la enseñanza a distancia y construir hábitos que incluyan a nuestros alumnos en la dinámica familiar y les permita poner en práctica sus habilidades.